Los almacenamientos subterráneos son infraestructuras clave en las que se guardan reservas de gas natural con el fin de poder ajustar la oferta a la demanda y hacer frente a las puntas de consumo que puedan producirse a lo largo del año motivadas por variaciones estacionales u otros factores. El gas se almacena en el subsuelo aprovechando antiguos yacimientos o se inyecta en acuíferos profundos o en cavidades generadas en formaciones salinas.

Desde estas instalaciones se lleva a cabo la inyección y extracción del gas de pozos subterráneos así como el proceso de secado y odorización del gas para su posterior inyección en la red de gasoductos. Una vez emitido el gas natural a la red nacional, el Centro Principal de Control de Enagás, también conocido como Dispatching, se encarga de repartirlo por todo el Sistema Gasista en función de la demanda que exista en los diferentes puntos de la geografía española.

Enagás gestiona tres almacenamientos subterráneos en España ubicados en Serrablo (Huesca), Gaviota (Bizkaia) y Yela (Guadalajara).

La presión máxima a la entrada de las instalaciones es de entre 72 y 80 bar, en función de la presión de diseño del gasoducto al que estén conectados. La mínima en todos ellos es de 45 bar.